Primer año de ballet clásico un inicio en el arte de la danza, una aventura hacia el crecimiento personal y físico.

Durante este año de transformación, nuestros estudiantes experimentan numerosos beneficios, que se detallan a continuación:
Desarrollo Físico: El ballet clásico es un entrenamiento integral. En su primer año, los estudiantes avanzan en fortaleza muscular, flexibilidad y coordinación, pilares para un estilo de vida saludable y activo.
Disciplina y Enfoque: El aprendizaje del ballet implica disciplina y atención plena. Nuestros alumnos desarrollan la capacidad de concentrarse no solo en sus movimientos, sino también en la música y en la expresión, habilidades aplicables a otros aspectos de la vida.
Conciencia Corporal y Postura: Nuestros estudiantes comienzan a trabajar en la alineación corporal y la postura desde el primer día. Este conocimiento es vital para prevenir lesiones y para mantener una presencia elegante en el escenario y en la vida diaria.
Expresión Artística y Creatividad: El ballet es una forma de comunicación no verbal. Los jóvenes bailarines aprenden a transmitir emociones e historias mediante el movimiento, lo que enriquece su creatividad y sensibilidad artística.
Confianza y Autoestima: Al enfrentar retos y realizar actuaciones, nuestros estudiantes incrementan su autoconfianza. Este fortalecimiento de la autoestima es fundamental en las etapas tempranas del desarrollo.
Conexión Social y Trabajo en Equipo: El ballet también es una actividad grupal. Los estudiantes aprenden a colaborar, desarrollando habilidades sociales y forjando amistades duraderas.
Resiliencia y Manejo del Estrés: A través de los retos físicos y emocionales del ballet, los estudiantes adquieren habilidades para manejar el estrés y ser resilientes, preparándolos para enfrentar desafíos en otras áreas de la vida.